domingo, 6 de noviembre de 2016

Ich bin ein Berliner

La vida de los otros habla sobre la libertad como elemento humanizante. Sin libertad, no hay diferencia entre humano y máquina. En el kino, la libertad viene en forma de arte (teatro, poesía, etc.) y artistas, mientras que la falta de libertad nos la da un gobierno burocratizado y un espía que es más golem que hombre. 

Ulrich Mühe escuchando a los Death Grips
Los artistas estos son como cualquier otro grupo de intelectuales: snobs rollo Woody Allen creciditos que se creen luchadores por la libertad del pueblo, auténticos revolucionarios. Son aburridos y me dan algo de grima, así que paso de ellos y me centro en el espía. Al principio frío y conformista, dejándose llevar por las órdenes de sus superiores sin pararse a pensar que igual existen cosas interesantes más allá de lo que dicta el régimen; acaba descubriendo las maravillas del amor, el contacto humano, las artes... Esas cosas tan bonitas. Ulrich era (D.E.P.) el puto amo, así de claro te lo digo. O a lo mejor no era para tanto, pero como tiene un aire con KEVIN SPACEY, pues me dejo llevar. El caso es que el personaje se lleva mis dieses. Sí señor. Además, la relación romántica que tiene con Dreyman es maravillosa.

Christa-Maria tampoco está tan mal, con eso de estar desesperada por alguna migaja de libertad, aunque sea falsa, controloada por los burócratas. Pero a años luz que está de Kevin.

Siendo sincero, la escenografía es lo que más me gusta. Esas habitaciones grises y deshumanizadas del gobierno o la casa de Dreyman, que parece que esconde mucho color, pero que no se llegan a apreciar por culpa de la opresión. Sencillo pero efectivo. Igual un poco aburrido, aunque creo que eso es el kino entero.

En cuanto al montaje, el filme es un caos. Cortes muy chungos y raros. Que igual tienen alguna razón de ser, pero no la veo por ninguna parte. También es larga. Y no quiero decir que sea lenta, que también lo es. Pero tiene un ritmo lento porque es el que tiene que tener. Y eso está bien. El caso es que le sobran escenas que reiteran y se paran en detalles que ya conocía y que tampoco son tan interesantes.
 
En resumen, que el mensaje está muy bien. La opresión, la falta de libertad, nos convierte en monstruos y nos destruye por dentro. Y viceversa, claro. El caso es que a los artistas estos se les va, que eso de "el poeta es el ingeniero del alma" igual es pasarse. Y claro, luego está la ambientación. Otra vez la Alemania socialista. Que no debería quejarme mucho, aquí estamos con la Guerra Civil muy a saco. Y por lo menos el muro cayó hace poco. Pero no sé cuantos kinos van ya criticando el sistema de la RDA ambientándose en la época de la RDA. Y además, Good Bye, Lenin! es mejor que La vida de los otros.

Supongo que el expresionismo está muerto, pero cuando yo era joven, en Alemania se hacían auténticos kinos criticando y denunciando al gobierno y sus decisiones pero usando metáforas y situaciones así muy... bueno, expresionistas. Y en este país más de lo mismo, cuando Franco aún andaba por ahí nadie hacía cosas ambientadas en la guerra. Igual la censura no está tan mal, parece que ayuda a ser imaginativo. A las pruebas me remito:

Viva Haneke.


Doc

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